Ser en silencio el curso de la savia, el guardián de la vida hasta la misma muerte... Ser vigía de los años y crecer en sombra. Ser la utopía de uno que quiere ser más alto, más extenso, más simple.
Renunciar a ser único.
No escuché cómo cayó el árbol en medio del bosque, ni vi su palidez, ni fui testigo de la casi artrítica poligonía de sus ramas. Nunca supe de él y sin embargo lloré su muerte como la mía propia.
Algo suyo era mío también.
Algo en sus raíces se había hundido en mi propia tierra.
Algo que fue hombre, que fue sueño, que fue vida.
Sólo una sangre densa, que llora cuando se corta, un mirar al cielo y estirarse sin alcanzarlo. Un bañarse con la lluvia y perlarse de sudor frío por las mañanas.
Un sabor, un ciclo, la impotencia, el peligro. Acaso la complicidad en albergar al niño en su escondite y al ave al hacer su nido.
Algo en ese ser que nadie sabe que es, soy yo.
domingo, junio 03, 2007
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1 comentario:
este también es muy bueno
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